¿Quién no guarda un recuerdo cuanto menos poco agradable del comedor de su colegio? Cada uno podría contar mil historias de cómo se las ingeniaba para no comerse todo y de las interminables “bolas” delante de la bandeja. Quién no recuerda los “hay quien no tiene para comer” de los profesores en un intento de motivar que no dejáramos nada en el plato...
Con los años los servicios de catering que sirven la comida en los colegios han mejorado mucho y la preocupación porque los niños se alimenten con una dieta saludable y equilibrada ha cuajado en unos menús muy variados y equilibrados, bien cocinados y apetitosos. La empresa que gestiona este servicio en Los Tilos es Delicolect.
Delicolect es la empresa que presta el servicio de comedor y sirve la comida que se prepara en las cocina de Los Tilos. Existen menú de alérgenos e intolerancias y las personas que están pendientes de las alumnas durante las comidas son las mismas profesoras que están con ellas en el aula. Como parte de nuestro proyecto de educación personalizada trasladan a las familias cualquier dato que pueda resultar de interés sobre los hábitos alimenticios de las alumnas.
Teresa Selva ([email protected]), gobernanta del colegio y quien gestiona directamente la coordinación y el correcto funcionamiento del servicio de comedor, tiene muy claro este aspecto educativo del comedor.
Siempre se dice que hay que comer con la cabeza para referirse a la necesidad de aprender a comer no sólo con los ojos. En el colegio procuramos que comer con la cabeza signifique también que las niñas no reciban meras órdenes de tipo ‘tienes que comértelo todo’… Educar supone que las niñas quieran por sí mismas lo que se les propone como bueno. Por eso necesitan razones para su actuación
Así, tanto la gobernanta como el resto de profesoras que rotan para ocuparse de este servicio, van haciendo ver a las niñas la relación entre lo que comen y, por ejemplo, la energía que necesitan para jugar luego en el patio, el brillo del pelo… también les ayudan a descubrir la relación entre el orden en el que se come cada plato y los nutrientes que aportan al organismo. Por supuesto que el momento de la comida no es sólo ocasión de fomentar hábitos saludables; también de desarrollar aspectos básicos de educación y convivencia ya que es un momento para coincidir con alumnas de otros cursos o niñas de la misma clase con las que quizá se tratan menos.
Como en otros aspectos del proyecto educativo del colegio procuramos ir a una con los padres. Las animamos a pedir las cosas por favor, dar las gracias, comer sin caprichos, usar correctamente los cubiertos, cuidar las posturas para que la columna no sufra… y siempre con un tono positivo. Más que reñir, les felicito cuando lo hacen bien o les hago notar los progresos de sus compañeras. Incluso cuando les castigamos les hago ver que no es un castigo como tal. Por ejemplo: cuando terminan de comer fuera de su tiempo ayudan a recoger su mesa (quitan jarras, colocan sillas…) no como castigo, sino porque han retrasado a la persona que limpia; las demás alumnas no tienen la culpa y debemos respetar sus horarios de acceder al comedor .
Cada mes se señalan unos objetivos que se comparten con las profesoras que cuidan el comedor y con las niñas mediante unos sencillos paneles. Por ejemplo, se va a procurar entrar en el comedor despacio, en fila y con tranquilidad, cuidar la postura (“me siento recta y los brazos sobre la mesa”), comer de todo sin quejarse y comerse el pan durante la comida. El aprendizaje que tiene lugar en el comedor es muy útil para desenvolverse en el futuro con educación en cualquier ambiente y para disfrutar también en casa de las comidas familiares.