Este modelo de educación responde a la convicción pedagógica de los beneficios que se derivan al educar por separado a chicos y chicas.
Es una opción educativa que enriquece la libertad de enseñanza y la pluralidad de opciones al alcance de las familias, en su derecho a elegir el tipo de educación que prefieren para sus hijos. También es una opción pedagógica, admitida y en auge en países de nuestro entorno, con resultados satisfactorios para la integración del alumnado y como medio para mejorar los resultados académicos y formativos de sus alumnos.
Atiende las especificidades de los dos sexos de una manera integral. Enseña teniendo en cuenta el ritmo de madurez de chicas y chicos, potencia las predisposiciones naturales de cada sexo y fomenta habilidades en cada uno de ellos.
Ser hombre y ser mujer son dos modos diferentes de ser persona. La idéntica dignidad de cada ser humano se realiza de modo diferente en cada sexo. Los padres tienen la experiencia de que los ritmos de maduración, los intereses, son diferentes en niños y niñas. Los colegios de educación diferenciada son centros especializados en adaptarse al modo de aprender de chicos y chicas. En nuestras aulas, se pretende trabajar con las alumnas al ritmo de su madurez psicológica e intelectual.
La experiencia demuestra que en los centros de educación diferenciada, se puede enseñar de manera más natural a los chicos y/o chicas a actuar ante las situaciones que se presentan en la vida. Los jóvenes necesitan ver personas adultas que les sirvan como modelo, con los que entablar un diálogo natural, profundo y enriquecedor.
Chicos y chicas no aprenden igual. El enseñar basándonos en las necesidades de cada sexo es una de las causas del mejor rendimiento académico de los alumnos de escuelas diferenciadas.