Uno de los aspectos relacionados con el rendimiento escolar es el orden. Una buena manera de incentivar una actitud positiva hacia las tareas escolares es fomentar el cuidado del material que necesitamos para trabajar. Siempre, sin darle excesiva importancia, pero tampoco descuidándolo.
Somos conscientes de la cantidad de beneficios que reporta ser ordenados, por ello ponemos tanto empeño. Vivir el orden es positivo porque mejora la convivencia. Es una enorme contradicción que precisamente éste sea una de las causas de la mayoría de conflictos, desánimo o mal humor en los hogares. Para que esto no nos ocurra, os apuntamos una serie de ideas para inculcar este beneficioso hábito en vuestro día a día.
- El orden siempre dentro de un orden. Es decir, con prudencia. Es bueno intentar inculcar el hábito del orden, pero sin que acabe siendo más importante que las propias personas a las que pretendemos enseñar a ser ordenadas. Una apisonadora, lo deja todo “ordenadísimo” pero arrasa a su paso con todo; lo bueno y lo malo que encuentra.
- Respetemos el estilo personal de cada hijo. Aunque tengan nuestros genes, no tienen por qué reaccionar como nosotros. Busquemos el equilibrio entre su estilo personal y que ellos respeten a los demás con quienes conviven.
- Enseñemos a ordenar, ordenemos con ellos. No se nace siendo ordenado, al igual que no se nace sabiendo conducir un coche, así que tenemos toda la vida para aprender.
- Pongamos facilidades, no obstáculos. Pensemos en ideas que faciliten que nuestros hijos sean ordenados, (etiquetas, botes, cajas, cestas, …) Cuanto más fácil sea el acceso para guardar las cosas, mayor éxito obtendrán en su tarea.
- Menos es más. Hay muchos métodos para trabajar el orden y muchos libros al respecto. Todos coinciden en que lo más importante es tener las cosas necesarias, así que de vez en cuando nos recomiendan que hagamos “Patrulla de descarte de objetos rotos o innecesarios”.
- Para que los hijos aprendan a ordenar sus cosas se les puede invitar a participar en actividades de orden de los padres. Por ejemplo, pueden ayudar a ordenar los libros de la biblioteca, a ordenar los utensilios de la cocina, las herramientas, el coche… Cada uno lo que más le guste o lo que más ilusión le haga, lo importante es que ordenando están desarrollando habilidades para la clasificación de los objetos y a la vez mejoran su capacidad de análisis, procesamiento de la información y criterio.
- Acostumbrémonos a dejarlo todo despejado cada noche. Puedes pasarte el día protestando, sermoneando y hablando de tener la casa ordenada pero lo mejor para inspirar a los demás consiste en predicar con el ejemplo.
Se nos pueden ocurrir infinidad de ideas que podemos llevar a la práctica para enseñar a los hijos este hábito tan atractivo y facilitador para el aprendizaje. Os propongo una para esta semana. ¿Qué os parece, sugerir a vuestros hijos que revisen el estuche para reponer todo aquello que les falta, retirar aquello que está roto o muy deteriorado, ayudar a los más pequeños a lavarlo y que quede lo mejor posible? Veréis los efectos que produce en ellos.
Aquí os dejamos otros “Tips para aplicar este hábito al estudio”.
Pilar Utrera, Psicopedagoga. Departamento de Orientación Secundaria